Hay que estar vivo

Por Guillermo Cifuentes

“El poder es para usarlo”, Hipólito Mejía

Lo que hemos vivido en estas últimas semanas es una clase magistral que debemos aprovechar, rescatar los hechos, que son lo que importa en la ciencia política y no perder tiempo en desconsiderar las opiniones, pues basta con no olvidar que son solo eso: opiniones.

Tendremos que revisar la creencia que a partir de la pura observación nos decía que ser juez de una Corte Suprema es mucho más que un cargo, es una dignidad (la RAE: “Cargo o empleo honorífico y de autoridad”).  Claro que eso no es lo que pasa cuando la institucionalidad no existe y se rompe por consenso: ni hemos visto reclamo alguno acerca de que el nuevo presidente de la JCE no cumplió con el procedimiento establecido y tampoco importa ese invento chocante de la soberanía del senado, que por demás es absolutamente equivocado.

Se violaron los procedimientos, también los plazos. La institucionalidad y la justicia miraron para otro lado ante el hecho de que el nuevo presidente de la JCE estaba inhabilitado para postular por no haberlo hecho en los plazos establecidos ni haberse sometido, como lo hicieron los demás candidatos, al interrogatorio de la Comisión Especial del Senado.

Y esto no tiene nada que ver con cómo se califica al nuevo incumbente, puesto que nadie llega a esos cargos por sus adornos morales, sus notas en el colegio o sus solidaridad con obras pías, allí se llega por confianza política y “La confianza no es una decisión, sino una creencia, una expectativa sobre el comportamiento, los incentivos o las preferencias del otro”, eso es bueno saberlo para adelantar comportamientos de los nuevos y nuevas integrantes, saber quién los propuso y quién defendió sus nombramientos. Aunque seguramente muchos de ustedes quedarán tan sorprendidos como yo cuando adviertan que personas muy lejanas en cuanto a lo que uno creía eran su ”expectativa sobre el comportamiento, los incentivos o las preferencias” hoy celebran y hasta hacen alarde de la victoria lograda.

Y si es verdad que “El pasado no resuelve el futuro, pero explica el presente”, y sin otra intención que tratar de explicarnos los aplausos digamos que el recién electo es un antiguo custodio de la nacionalidad, defensor de los intereses patrios en los campos de batalla del derecho ante la seguridad patria amenazada por dos niñas (Yean y Bosico) y no sólo es una buena persona, también es padre de un distinguido embajador cuya carrera inició cuando presentó sus cartas credenciales en Berna el 24 de marzo de 2015 (por suerte no era hijo de Guillermo Moreno).

Pero estas cosas son parte de los quehaceres de los poderes fácticos y de los grupos de presión, lo dañino es que llevan mucho tiempo en eso.

Siguiendo con las lecciones, si algo estrafalario va a quedar de esta aventura es el “Perfil y competencia para la selección de miembros de la Junta Central Electoral” en donde por lo menos uno falló: para postular, hay que postular. Los dichos posteriores son francamente de antología, como aquello de “La Junta tiene un consenso de 60%”.  Claro, quién podría negarse cuando es ese el porcentaje de votos que entregó la JCE, lo que decían las encuestas y lo que terminó concluyendo el mediador, para apurar el fin de otra mediación. ¡Todo a 60!

Uno de los candidatos seleccionados por la Comisión especial y que eliminaron de la terna para poder ingresar al juez declaró muy orondo -es abogado- “La institucionalidad se cumplió en un 90%”.

La justificación del “perfil” olvidó un puro pequeño detalle: estos son nombramiento políticos que se basan como hemos anotado en la “confianza política” y los hacen políticos que no tienen ni necesidad ni obligación de ser expertos en reclutamiento de personal como lo han insinuado los cabilderos. La Constitución manda a que sean los senadores y ellos eligieron, ¿alguien creyó que sería de otra manera? No había otra manera.

La votación en el Senado quedó establecida cuando en la Reforma Constitucional del 2015 las unanimidades se consiguieron al vapor y ya no vale la pena ni siquiera recordar que constitucionalmente los legisladores no están obligados por mandato imperativo. Es peor, están intimados a abonar por sus curules.

Y ya que están tan de moda las designaciones de Trump, tal vez la Iniciativa Democrática pudiera enviarle un documento al magnate, pues parece que él tampoco sabe mucho de reclutamiento de personal, pero mucho de confianza política. Sería francamente fenomenal mandarle también una copia a Polétika, para que obliguen con esta novedosa herramienta a los partidos a elegir sus candidatos para el 2020.

Para terminar, les cuento que don Enmanuel Castillo, Director de La Información, en un programa de televisión el día posterior a los hechos dijo:

“Y la oposición no entiende ni papa de lo que está pasando”.

Nunca mejor dicho. Ahora seguro se andan disputando el sitio con más cámaras frente a la carnicería y pueden estar seguros de que lo que viene va a ser igual, porque una semana después no se ha escuchado ni un grito, ni siquiera los conocidos lamentos de cincuenta años en lo que uno apaga la tele o cierra el periódico.

En cambio yo voy a esperar con fe. Hay una pregunta que debiera responderse y no tengo ninguna duda de que seremos informados en forma razonable: ¿Qué van a hacer con los “scaners”?

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